Los colombianos se sumaron el pasado jueves al movimiento de protestas que sacude a Sudamérica con una multitudinaria huelga nacional.
La jornada inició de manera pacífica y ordenada, pero concluyó con algunos actos violentos de encapuchados en Bogotá, Cali y Popayán.
Las protestas empezaron muy temprano con concentraciones en casi todo el país y con la capital colombiana como el mejor escenario y la mayor muestra de la cantidad de personas que decidió salir a las calles a protestar.
Las causas eran muchas y no solo las de los promotores originales de la huelga, los sindicatos de trabajadores que llamaron a paro para advertir de los intereses del gobierno en querer cambiar el modelo de contratación laboral y el sistema pensional.
El tema central fue el cúmulo de molestias sociales apiladas durante años que se vieron reflejadas tanto en las pancartas, como en los cantos de los manifestantes y hasta en las camisetas que muchos elaboraron para salir a protestar.
«A los jóvenes no nos arrebatarán la esperanza, primero les arrebatamos el poder» o «Para la paz todo, para la guerra nada», decían algunos de los mensajes escritos que portaron hoy los manifestantes.
El presidente, Iván Duque, y su frase «De qué me hablas viejo», dicha semanas atrás a un periodista en Barranquilla que le preguntó por el bombardeo militar en el que murieron ocho niños, fue estribillo de cantos y tema recurrente en los mensajes escritos.
Las protestas en general transcurrieron en calma, con música de fondo y cantos, y en lugares como Bogotá ni la pertinaz lluvia desanimó a los marchantes que colmaron la totalidad de la Plaza de Bolívar, en cuyo entorno se ubican las tres ramas del poder.
Sin embargo, al final de la jornada aparecieron los encapuchados de siempre haciendo pintadas y enfrentándose con la policía que los dispersó con gases lacrimógenos.
«El sabotaje del gobierno a la marcha en Bogotá, ahora en la plaza de Bolívar, debe ser respondida con una nueva jornada y la posibilidad de extender el paro», propuso en Twitter el excandidato presidencial de izquierda y actual senador Gustavo Petro.
«Despeje de Plaza de Bolívar por parte de los manifestantes demuestra que la mayoría eran jóvenes en actitud pacífica. Solo los pocos vándalos se quedaron destruyendo. Tenemos una juventud que en su mayoría tiene una actitud pacífica y seguiremos escuchándolos constructivamente», expresó, por su parte, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez.
Otras refriegas se registraron en un amplio sector del noroeste de Bogotá y en la vía que conduce hacía el aeropuerto El Dorado, hacía donde manifestantes querían llegar pero la policía se los impidió.
En Cali las protestas concluyeron en calma, pero luego se registraron actos vandálicos como el robo a comercios lo que obligó al alcalde de esa ciudad, Maurice Armitage, a decretar el toque de queda a partir de las 19 horas locales.
«Agradezco mucho a la gente que fue a la manifestación y se comportó bien, pero desafortunadamente estos inadaptados nos han llevado a tomar esta dolorosa decisión», agregó Armitage.
En Jamundí, otra población cercana a Cali, también las autoridades ordenaron el toque de queda, lo que obliga a los ciudadanos a no salir a las calles desde las 19 horas locales.
En Popayán, capital del departamento del Cauca, en el sur del país y donde se han registrado continuos asesinatos de indígenas, se presentaron también enfrentamientos de encapuchados con policías en el centro histórico de esa ciudad.
El gobierno estuvo vigilante de la huelga, dio un parte de tranquilidad general en el país, pero al contrario de lo que se vio en las calles, en las imágenes de los telenoticieros y en cientos de video en redes sociales, aseguró que solo salieron a marchar 200 mil personas en todo el país, una cifra poco probable