Tras 24 horas de ausencia del servicio eléctrico en todo el país, no sabemos si el ataque es en contra de la la revolución o la oposición.
Mientras en Caracas, Diosdado Cabello esperaba mostrar a los invitados del Foro de Sao Paulo la otra realidad venezolana, Guaidó hacía un recuento de los seis mese de su interinato como presidente de la república.
Cada lado clama que este abrupto cese del servicio eléctrico es una afrenta en su contra, sin embargo en el interín de esta pulsada política, eran los venezolanos lo que padecían el calor y sufrían la incertidumbre, aislados sin servicios de comunicación y la sombra del precedente de una semana sin electricidad, cuyos efectos se viven a diario por la vía de los cortes periódicos programados para repartir equitativamente el racionamiento del servicio.
Juan Carlos Zapata, escribió en la publicación ALnavío: Cabello, en calidad de anfitrión del Foro de Sao Paulo, quiere que el evento sea “una gran oportunidad para que” los invitados “vean lo que pasa en Venezuela”. Y allí está el apagón. El país otra vez a oscuras.
Recientemente en la misma publicación Zenaida Amador, explica que «la demanda eléctrica nacional se estima en alrededor de 15.000 megavatios debido a la contracción económica y la diáspora, entre otros factores. Aun así, el sistema eléctrico nacional en su mejor estándar provee unos 14.000 megavatios, de los cuales 3.200 son de generación térmica y el resto provienen de la hidroelectricidad, a pesar de tener una capacidad instalada que debería proveer más de 34.000 megavatios».
Cita la autora que «expertos en el área apuntan a que una nueva falla en el sistema de generación hidroeléctrica en Guayana fue la causa del apagón, aunque todavía no se tiene precisión al respecto. En todo caso, las alertas ya existían debido a que se estaba forzando la transmisión eléctrica desde Guayana en las horas pico de consumo para garantizar el servicio en algunas áreas estratégicas del país, como Caracas».
Estamos lejos de la estabilización del servicio eléctrico, pero la pugna política sigue, en detrimento de la calidad de vida de los venezolanos que aun viven el país.