Emmanuel Macron visita a Washington

En su encuentro en la Casa Blanca -en la primera visita de estado de la era Joe Biden-, Emmanuel Macron y el presidente norteamericano proyectaron una imagen de amistad indiscutida, entre palmaditas en la espalda y una convivialidad abrazada también por las dos primeras damas, pero que trataron con franqueza sus divergencias.

Una apertura hacia una posible negociación de paz en Ucrania y la posibilidad de «hablar con (Vladimir) Putin», como también alguna hipotética corrección a los subsidios estadounidenses a las renovables y una línea de compromiso con China, algunos de los temas tratados.

«Estados Unidos no podría tener mejor socio con el cual trabajar», dijo Joe Biden al rendir homenaje en francés a los principios de ‘liberté, égalité, fraternité, mientras con la primera dama Jill recibía a los Macron en el South Lawn con magna pompa, entre 21 disparos de cañón, los himnos nacionales y la fanfarria.

«Nuestro destino común es responder juntos a los desafíos globales», respondió Macron. «Nuestras dos naciones son hermanas en su lucha por la libertad», se hizo eco Biden, y recalcó que el conflicto en Ucrania hace necesario que Estados Unidos y Francia «vuelvan a ser compañeros de armas».

Luego de los cumplidos, los dos líderes se reunieron en el Estudio Oval por más de tres horas, discutieron todos los dosieres más espinosos y hallaron un acuerdo sobre aquellos donde existían más tensiones.

Después fue emitido un larguísimo comunicado conjunto que fija las posiciones comunes, a partir de Rusia, con el empeño de garantizar las ayudas a Kiev «hasta que sea necesario» sin imponer la paz y perseguir los crímenes de guerra de Moscú.

Pero el presidente francés, quizás también en vista de una conferencia internacional de paz en París el 13 de diciembre, dada a conocer en forma sorpresiva entre los renglones del comunicado, continúa sosteniendo la puerta abierta a Putin, con el cual anunció que desea hablar en los próximos días, convencido de que «una negociación es todavía posible».

Y el mismo Biden reiteró en conferencia de prensa que está «listo para hablar con Putin si da señales de que quiere frenar la guerra», pero precisó que «hasta ahora no lo ha hecho».

Los dos líderes hallaron un punto de convergencia además en la ley anti-inflación estadounidense con sus subsidios «súper agresivos» a las renovables, según Emmanuel Macron, «corre el riesgo de dividir a Occidente».

Preocupaciones compartidas por los europeos y manifestadas por el líder galo incluso a los parlamentarios estadounidenses.

Se decidió discutir «medidas prácticas para sincronizar los enfoques» acerca de la cadena de aprovisionamiento y sobre la economía verde, de los semiconductores al hidrógeno y a las baterías para los autos eléctricos.

Los dos presidentes se dedicaron a poner en práctica una transición ecológica «recíprocamente ventajosa», reforzando la asociación entre Estados Unidos y la UE sobre energía y clima.

Biden dijo que no desea excusarse por la ley anti inflación, pero precisó que no era su «intención dañar a Europa o poner al día a Estados Unidos en gastos de Europa», y que «se pueden hacer ajustes para comprometer más a los países europeos».

Una mano extendida que enseguida Macron captó y exhortó a Europa a «ir más velozmente y más fuerte» para tener «la misma ambición industrial» que Estados Unidos. «Queremos tener éxito juntos, no uno contra otro», agregó. Entre las hipótesis, según los medios, también algunas exenciones para las empresas europeas.

Más genérico, el pacto con respecto a Pekín, con la «prosecución de la coordinación de los temores en lo que respecta a los desafíos de China al orden internacional, incluidos los derechos humanos», pero además la colaboración en cuestiones globales como el cambio climático. En este dosier, Francia no deseaba la línea dura, compartiendo aquella más abierta de la UE.

Joe Biden y Emmanuel Macron alzaron un muro contra Irán, y prometieron que impedirán a Teherán obtener el arma nuclear, y manifestaron asimismo «respeto» por las protestas del pueblo iraní, en particular las «corajudas» de los jóvenes y mujeres.

Después de la cena privada de los cuatro en un restaurante italiano de pescado en Georgetown y el intercambio de obsequios entre las parejas, a sellar la visita, una gran cena de estado con un menú Made in USA, de quesos de Oregon al vino californiano, pero en cristalería de producción francesa, siempre bajo el signo del compromiso.

A través de
venezuelacomenta.com
Fuente
elpais.com

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