Al menos 39 migrantes murieron en un espantoso accidente de autobús en Panamá después de caminar durante días a través de las selvas del sur del país centroamericano en su camino hacia una nueva vida en los Estados Unidos.
El accidente tuvo lugar en las primeras horas del miércoles cuando un convoy de autobuses viajaba desde la frontera de Panamá con Colombia hacia un centro de recepción de migrantes cerca de la ciudad de Gualaca.
«Estamos en una situación de desastre», dijo a los periodistas la doctora Katherine Guerra, jefa del departamento de emergencias de un hospital en la ciudad de David, mientras los sobrevivientes eran trasladados allí con fracturas expuestas y lesiones abdominales graves.
«Había familias, niños, bebés recién nacidos, mujeres ancianas», dijo un migrante venezolano que estaba en la escena al periódico La Estrella de Panamá.
El presidente de Panamá, Nito Cortizo, dijo que los equipos del gobierno estaban trabajando «arduamente» para ayudar a los sobrevivientes y tuiteó: «Esta es una noticia deplorable para Panamá y la región».
Los nombres y nacionalidades de los 39 migrantes muertos no estaban claros de inmediato, pero el alcalde de Gualaca, Luis Manuel Etribí Miranda, dijo a los periodistas que creía que la mayoría eran de Haití.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, dijo que los ciudadanos de su país también estaban involucrados y envió sus condolencias a las víctimas del «terrible accidente».
Decenas de miles de haitianos han atravesado las peligrosas selvas tropicales del Tapón del Darién entre Colombia y Panamá en los últimos años a medida que su patria caribeña ha caído más profundamente en una crisis humanitaria y política.
Muchos miles de cubanos han hecho el mismo viaje con la esperanza de escapar de la creciente persecución política y la lucha económica en casa.

La jefa de migración de Panamá, Samira Gozaine, dijo a los periodistas que las autoridades creían que el accidente había ocurrido después de que el autobús perdió un giro hacia el centro de migrantes donde se suponía que debía dejar a sus 66 pasajeros. Los informes locales dijeron que el conductor perdió el control del vehículo después de dar la vuelta y el autobús se precipitó de una escarpa, dejando decenas de pasajeros muertos.
El activista de Human Rights Watch Juan Pappier calificó el accidente como un desastre anunciado. «Cuando visité esta región, vimos que estos autobuses transportaban a más personas de las permitidas y hacían largos viajes sin descansos. Ha habido accidentes similares en el pasado, con numerosos heridos», tuiteó Pappier.