Hace 526 años Colón encontró este continente, quizá por serendipia o quizá con los datos de otros navegantes, la discusión es histórica, pero no cambia el resultado, medio milenio después aquí vive el 12% de la población humana.

Seguro que cuando Américo Vespucio divisió tierra en la isla Guanahani, jamás pensaría que este territorio desconocido tenía una superficie de más de 43 millones de km².
La historia del encuentro, la conquista, la emancipación ha sido contada desde todas las ópticas, la voz históricamente obviada ha sido la de los pobladores originarios, segregados y maltratados en su propio territorio.
América es un territorio, extenso, desigual y fascinante, así mismo somos sus pobladores, que estamos divididos por regiones, idiomas, colores, religiones y otras especificaciones.
Hablamos muchas lenguas, entre ellas el español, inglés, portugués, francés, neerlandés, danés, quechua, aimara, guaraní, criollo haitiano, náhuatl, mixteco, mapudungun, zapoteco, maya, otomí, pero nos une la identidad, así como nos hace extraños, una sensación de ser extranjeros en nuestra propia tierra.
El vínculo con Europa sigue allí, y es un anhelo casi tácito, sin embargo los nacionalismos individuales son profundos, desde un punto de vista los americanos parecemos adolescentes, tratando de entender nuestra propia identidad, nuestro propio ser.

En un mundo dividido, con una alta movilidad humana, tenemos la esperanza de hacernos más cercanos, reconocer al otro en la esencia individual y vivir en mayor armonía.
Lo que ha ocurrido a lo largo de todos estos años, no puede ser cambiado, lo que si se puede es diseñar el futuro, escogiendo aquello que deseamos para nuestra vida individual y colectiva.
Así que feliz día de la raza, de la resistencia indígena, del respeto a la diversidad cultural, de la hispanidad o feliz encuentro.