Una vez más las elecciones venezolanas quedan marcadas por la abstención. La ya trillada pelea política entre oficialismo y oposición se ha convertido en el tedioso leitmotiv que desesperanza a la ciudadanía.
El proceso vivido ayer en Venezuela, se renovarán todos los cargos ejecutivos y legislativos de las 23 entidades federales así como el de los 335 municipios del país. Para esta ocasión se estima que sólo el 40% de los inscritos en el padrón electoral acudieron a las urnas.
Bajo ese esquema se podría hablar de una abstención de un 60% en esta nueva edición de las elecciones venezolanas.
Durante los comicios del 2020, en los que se eligió la nueva asamblea nacional, hubo una abstención de casi 70% de los electores. Esto permitió al oficialismo desplazar el único bastión de poder que tenía en el país.
En esa ocasión, el obstinado llamado a la abstención, fue la acción política equivalente a dispararse en un pie. Todo el camino transitado en función de la búsqueda del desconocimiento del gobierno bolivariano murió ayer, cuando la oposición participa en unas elecciones arbitradas por un consejo electoral al que inicialmente calificó de írrito.
Una ausencia anunciada
Durante la semana anterior, la encuestadora Meganalisis en su estudio CATI «Flash», realizado del 14 al 17 de Noviembre señalaron que para el 77.3% de los venezolanos, las elecciones regionales del 21N, no resolverán ningún problema del país.
Esta expectativa, surge por el rechazo manifiesto de la población venezolana, tanto por la oficialismo, como por la oposición. Ninguna tendencia ofrece argumentos esperanzadores para los venezolanos.
Este estudio arrojó además que la abstención del 21N sería del 70.48%. Justamente porque las «debilidades del sistema electoral no ofrecen garantías».
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