La dolarización de facto evidencia día a día. Un país en el que el salario mínimo es cercano a un dólar, obliga a generar una economía alternativa, como forma de supervivencia.
El precio del dólar en el mercado paralelo nacional, usado como referencia para la mayoría de los comercios cerró este lunes en 671.855,93 bolívares, colocando el salario mínimo y las pensiones en un dólar mensual.
Durante la mañana de esa misma jornada, el dólar abrió la semana con importante descenso, posicionándose en 678.785,30 bolívares, tras haber sobrepasado la barrera de los 691.000 bolívares la semana pasada.
El salario mínimo legal y pensiones se ubican en 400.000 desde el mes de abril, cuando la administración oficialista ordenó un incremento.
Sin embargo, los rumores de un posible aumento de salario mínimo comenzaron a tomar fuerza las últimas semanas pero, hasta la fecha, ningún miembro del gabinete bolivariano se ha pronunciado al respecto, ni tampoco ha sido oficializado en Gaceta. De confirmarse la noticia, el salario pasaría a ubicarse en 1.200.000 bolívares, 1,7 dólares mensuales.
El bolívar ha pasado por dos procesos de reconversión monetaria: durante el mandato del expresidente Hugo Chávez, específicamente en 2008, perdió tres ceros y pasó a ser denominado bolívar fuerte.
Por su parte, Nicolás Maduro le restó cinco ceros a la moneda en 2018 y lo rebautizó como bolívar soberano. En total, la moneda ha perdido ocho ceros.
La economía del país vive una dolarización de facto, siendo común que la mayoría de los comercios a escala nacional ofrezcan los precios en dólares.
El gobierno bolivariano lo sabe y hasta ahora no ha podido o querido afrontar el tema de manera firme y sistemática, lo cual afecta no sólo a la población, sino a la estructura del Estado de manera formal.
En cambio, la economía busca su equilibrio, ya que es la gente y la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades la que genera intercambios de bienes y servicios de manera orgánica, más allá de cualquier ideología.