Comenzó esta mañana en la costa este la larga jornada electoral para las elecciones presidenciales estadounidenses, en la que tanto el presidente Donald Trump como su retador Joe Biden necesitan 270 electores para ocupar el sillón electoral cuatro años.
«Voten, voten, voten», tuiteó hoy el mandatario, quien promete una batalla legal para impugnar los votos por correo que seguirán llegando a algunos estados decisivos durante días.
También se consideraría el ganador si las primeras cifras le dan la ventaja en algunos estados clave.
El expresamente Barack Obama calificó al magnate de ser un «dictador barato».
«Es el día de las elecciones. ¡Vota por Estados Unidos!», tuiteó hoy por su parte el demócrata Joe Biden, mientras que en la costa este de los Estados Unidos abrieron los primeros asientos en cinco estados y a lo largo de la jornada continuarán hasta la costa oeste del país.
El candidato demócrata a la Casa Blanca seguirá haciendo campaña en el estado clave de Pensilvania.
Existe una gran incertidumbre sobre cómo se cerrará realmente este Día de Elecciones 2020, si al final del maratón nocturno habrá un ganador oficial, o si será necesario seguir durante días, o incluso semanas, para saber quién se sentará en el Despacho Oval en los próximos cuatro años.
Pero el fantasma de los disturbios y la violencia también está agitando la votación, con una Casa Blanca más blindada que nunca y tensiones en todo el país entre los militantes pro Trump y los que protestan contra el presidente republicano.
La tensión se dispara en Texas, un bastión republicano que está en peligro de ser conquistado después de más de 40 años por los demócratas.
La sensación de desorientación se vio alimentada sobre todo por la estrategia adoptada por Trump en el sprint final de su campaña electoral.
Su mensaje no podría ser más claro: no tiene intención de rendirse y es poco probable que se haga a un lado en las próximas horas, atrincherado en una Casa Blanca que ha sido completamente cerrada por una barrera anti-protestas.
El presidente promete una larga batalla legal para impugnar los votos por correo que seguirán llegando durante días a estados clave como Pensilvania o Carolina del Norte.