Nuestra gente tiene una gran resiliencia, no obstante estamos pasando por el momento más aciago de nuestra memoria viva.
La tristeza embarga a Venezuela, se ve en las caras de la gente que sale a buscar la forma de cubrir el sustento familiar.
No podemos trabajar, dice un ciudadano del Estado Zulia, el transporte público que ya estaba en condiciones paupérrimas, ahora esta mucho peor.
Dormimos mal, explica, con calor, plagados de zancudos, con temor de que el hampa nos ataque, con temor de enfermarnos por que las condiciones en los hospitales y clínicas es muy mala, faltan los recursos más básicos.
Los niños no están asistiendo a la escuela, señala, en su inocencia están divertidos jugando son las distracciones electrónicas, «uno los ve y no sabe si reír o llorar».
«Hoy hice una cola para buscar agua potable, tuve suerte, después de mi solo atendieron a dos personas más, ya se había acabado», explica alzando las cejas y suspirando.
La salud de los mayores esta en riesgo, comenta el entrevistado, «Me preocupan mis padres, ya son adultos mayores y tienen problemas con la tensión, hay mucho calor en el día, hasta ahora tenemos sus medicamentos, pero ¿que vamos a hacer si se nos acaban y no conseguimos más?.
«Nunca pensé que viviríamos algo como esto, es como en las películas que muestran el final de la segunda guerra mundial, la única bendición es que no nos bombardearon», concluye.