Los pueblos fronterizos de Guyana están inmersos en criminalidad y Violencia

El territorio en reclamación se ha convertido en una tierra de nadie asediada por codiciosos criminales

Los pueblos fronterizos de Guyana están inmersos en criminalidad y Violencia, que se acrecienta en la medida que la tierra promete riquezas manadas de los recursos naturales que yacen en ella.

Guyana ha venido pidiendo que se reconozca la decisión del laudo arbitral de París, emitido en 1899, cuando el territorio pertenecía a Gran Bretaña, como secuela de las acciones coloniales desplegadas desde la conquista de América.

La nación declaró su independencia en 1966, desligandose del gobierno del país europeo, pero heredando la disputa territorial que fue apelada por Venezuela en 1962.

Los reclamos venezolanos sobre la soberanía de la región ha costado a Guyana miles de millones de dólares en proyectos potenciales de petróleo, minería e hidroeléctricas.

Actualmente Exxon Mobile está ampliamente interesada en explotar los yacimientos valuados en 4 mil millones de barriles de petróleo que se certificaron en el subsuelo de la zona esequiba.

La minería ilegal es ejercida casi sin restricciones. Foto Reuters

Mientras la situación legal no se concreta, hay una suerte de ilegalidad que ha dado cabida a la explotación ilegal de oro y otros minerales que hay en el territorio, desatando así una especie de ley de la selva en la que el predador más fuerte es el que manda.

Se han reportado muertes violentas, el establecimiento de mafias de extracción y la imposibilidad del desarrollo de comunidades estables que puedan desarrollar a la región social y económicamente.

Durante años, tanto el gobierno venezolano como el guyanés se han hecho de la vista gorda a las idas y venidas no reportadas en la ciudad fronteriza.

El principal sendero de tierra del pueblo desemboca en una bahía de desembarco junto al río donde se cargan barriles de contrabando de gasolina venezolana desde canoas motorizadas.

Los guyaneses emprendedores o desesperados también han pisado el camino en la otra dirección, ingresando a Venezuela para extraer oro.

Según mineros de la zona hasta mediados de 2017 pagaban a los miembros de la Guardia 3 onzas de oro por mes por el derecho al trabajo.

No hay presencia gubernamental en la zona, de ninguno de los países que la reclaman. Representantes de las pandillas que allí se gestan «reconocen que hay una disputa y una falta de cooperación entre los países». Esto crea un vacío en la región fronteriza permitiéndoles tomar el poder respaldados con la violencia sin freno legal.

A través de
Venezuelacomenta.com
Fuente
theguardian.com

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