El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció este lunes la suspensión inmediata de todos los acuerdos energéticos con Trinidad y Tobago, en respuesta a lo que calificó como una amenaza directa por parte del gobierno trinitense. La decisión se produce tras la llegada del destructor estadounidense USS Gravely a Puerto España, donde realiza ejercicios militares en coordinación con las autoridades locales.
Maduro acusó a la primera ministra Kamla Persad-Bissessar de convertir a su país en una plataforma militar al servicio de Estados Unidos. “He aprobado la medida cautelar de suspensión de todos los efectos del acuerdo energético”, declaró en cadena nacional, señalando que Trinidad y Tobago actúa como “portaaviones del imperio estadounidense contra Venezuela y Sudamérica”.
La tensión aumentó luego de que el gobierno venezolano informara sobre la captura de un supuesto grupo de mercenarios, presuntamente financiado por la CIA, que habría revelado un plan para simular un ataque contra naves militares estadounidenses en la región. Aunque la CIA y el Comando Sur evitaron pronunciarse, la Casa Blanca aún no ha emitido una respuesta oficial.
Por su parte, el gobierno trinitense defendió la presencia del buque como parte de una estrategia para combatir el crimen transnacional y fortalecer la cooperación en seguridad. En un comunicado, reafirmó su compromiso con el pueblo venezolano y aseguró que las maniobras militares buscan mejorar la capacidad regional ante amenazas comunes.
El USS Gravely forma parte del despliegue naval que Estados Unidos ha intensificado en el Caribe en las últimas semanas, junto al portaaviones USS Gerald Ford, el más grande de su flota. Según Washington, estas operaciones están dirigidas contra redes de narcotráfico, aunque no se han presentado pruebas públicas que vinculen directamente a las embarcaciones atacadas —al menos diez en total— con actividades ilícitas. Los incidentes han dejado un saldo de 43 muertos.
La decisión de Maduro marca un nuevo punto de quiebre en las relaciones bilaterales y podría afectar proyectos conjuntos en materia energética que estaban en desarrollo. En un contexto de creciente militarización en la región, la ruptura de estos acuerdos refleja el deterioro del diálogo entre Caracas y sus vecinos, y plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación regional en seguridad y energía.