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PDVSA sigue sin rumbo

En estos tiempos de crisis sostenida en Venezuela, PDVSA sigue sin rumbo en medio de un caos operativo y gerencial.

Recientemente, el ex presidente de Petróleos de Venezuela, Rafael Ramírez, denunció que desde el nombramiento de Tareck el Aissami al frente de la nacional petrolera, la empresa ha perdido 37 buques destinados al transporte de hidrocarburos.

La pérdida de esos activos en los últimos meses, se suma a los derrames petroleros y la indetenible caída de la producción de crudo en el país.

Para Ramírez, en apenas cuatro meses, la gestión de El Aissami en PDVSA ha sido catastrófica. Especialmente, si se considera que esa empresa arrastra 20 años de de mala administración y corrupción bajo Chávez y Maduro.

«Entregué 87 buques…. y 37 eran propios», apunta Ramírez, quien es cuestionado por el chavismo, a quien luego de haber sido uno de sus líderes, se convirtió en un detractor.

«(…) si tuviéramos nuestros propios buques, Maduro podría vender petróleo, traer diesel y hacer lo que fuera», agregó el exministro, quien llegó a controlar tanto la estatal petrolera como el ministerio de energía y petróleo, en una gestión que la mayoría de los analistas dicen que fue el inicio del fin de PDVSA, auspiciado por las políticas de Hugo Chávez.

Según Ramírez se ha perdido el 50% de la producción en seis meses

El ex presidente de la estatal petrolera apunta con sus críticas a la gestión del actual presidente de PDVSA: «tomaron PDVSA produciendo 700 mil barriles día de petróleo y hoy están produciendo 339.000. Es decir, Tareck El Aissami en seis meses ha perdido el 50% de la producción que le entregaron».

El Aissami, quien es solicitado como capo narcotraficante por la Justicia de Estados Unidos, no solamente ha desaparecido a los tanqueros y logrado el hueco en la producción, también, según dice Ramírez, 150 taladros se han perdido de los inventarios de PDVSA.

Así, sin rumbo, la empresa más importante del país sigue en una espiral descendente que parece indetenible.

Para el chavismo, sus dirigentes son intachables, en el caso de El Aissami, el respaldo a las acusaciones hechas por el gobierno norteamericano, son sólo calumnias, en otros tiempos, la opinión de Ramírez podría escribirse en la sólida piedra como una verdad absoluta.

Una vez que cambian los vientos y la situación se les hace adversa, o en este caso, exponen la podredumbre que la corrupción consensuada ha esparcido por el país.

Cuando es necesario, los «revolucionarios» venezolanos saltan a la defensa de sus camaradas. El detalle está cuando una persona deja de ser de su entorno, como es el caso de Eudomario Carruyo, cuya larga trayectoria en PDVSA se vio manchada con acusaciones que carecen de fundamento legal y pruebas, pero que pesan sobre su persona, dañando su imagen y detrimentando su reputación.

El destino de PDVSA se ve oscuro, una empresa de tal envergadura sin rumbo certero, sólo puede naufragar.

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