En medio de una creciente confrontación con Estados Unidos, el presidente venezolano Nicolás Maduro mantiene firme el control político y militar del país. A pesar de sanciones, presiones diplomáticas y recientes ataques a embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe, el régimen chavista no muestra fisuras internas. Maduro sigue al frente, reforzando su narrativa antiimperialista y desplegando operativos militares en zonas estratégicas del país.
La censura se ha intensificado, y el aparato de inteligencia se extiende a todos los niveles de la vida pública. La figura de la opositora María Corina Machado, recientemente reconocida con el Nobel de la Paz, se ha convertido en un tema prohibido en el discurso oficial. Mientras tanto, el partido Vente Venezuela denuncia detenciones arbitrarias y allanamientos sin orden judicial, atribuidos a cuerpos de seguridad del Estado.
Maduro ha respondido a la escalada militar con Estados Unidos activando el plan “Independencia 200”, que moviliza fuerzas en los estados de Mérida, Trujillo, Lara y Yaracuy. También ha decretado el estado de excepción por “conmoción exterior” y, en un gesto simbólico, adelantó las celebraciones navideñas para generar un ambiente festivo en medio de la tensión.
Aunque su popularidad es baja, el mandatario ha logrado conservar el respaldo de las Fuerzas Armadas, lideradas por Vladimir Padrino López. No hay señales de descontento militar, y los cuadros clave del chavismo se mantienen leales. “Estamos más unidos que nunca”, declaró Maduro en respuesta a versiones que sugieren divisiones internas.
En paralelo, el presidente estadounidense Donald Trump ha intensificado su retórica. Tras autorizar operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, afirmó que Maduro “no quiere meterse con Estados Unidos” y reveló que el líder venezolano le ha ofrecido “todo” para evitar una confrontación directa.
Maduro, sin embargo, ha optado por una estrategia calculada: dirige sus críticas hacia figuras específicas del gobierno estadounidense, como Marco Rubio y Pete Hegseth, mientras solicita apoyo internacional, incluso de organismos con los que mantiene relaciones tensas, como la ONU y el Vaticano.
Desde su llegada al poder en 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, Maduro ha resistido múltiples crisis: protestas masivas, sanciones internacionales, colapso económico y aislamiento diplomático. Hoy, con una tensión militar en aumento y una población agotada, el desafío es mayor que nunca. Pero el presidente sigue apostando por la resistencia, la propaganda y el control territorial como pilares de su permanencia