Estados Unidos ha intensificado su despliegue militar en el Caribe, sumando aviones de combate a una flota que ya incluye destructores, cruceros, submarinos y un portaaviones de propulsión nuclear. La operación, presentada como parte de una estrategia antidrogas, ha elevado las tensiones con Venezuela, que denuncia un intento de desestabilización por parte de Washington.
Aviones en escena: una flota de alto poder ofensivo.
El despliegue aéreo comenzó con cazas furtivos F-35 en Puerto Rico y AV-8B Harrier II desde el USS Iwo Jima. Luego se sumaron bombarderos B-52 y B-1, que llegaron a volar a apenas 35 kilómetros de la costa venezolana. Con la llegada del portaaviones USS Gerald Ford, se incorporarán los F/A-18 Super Hornet, ampliando la capacidad ofensiva de EE. UU. en la región.
Esta flota supera en número y tecnología a la mayoría de las fuerzas aéreas del mundo, y ofrece al presidente Donald Trump múltiples opciones si decide atacar objetivos en territorio venezolano, como ya ha hecho con embarcaciones sospechosas en aguas internacionales.
Venezuela: una defensa aérea robusta, pero incierta.
Venezuela cuenta con uno de los sistemas de defensa aérea más avanzados de América Latina, aunque su estado operativo es incierto debido a años de dificultades logísticas y de mantenimiento. El país posee cazabombarderos rusos Sukhoi Su-30MK2, de los cuales adquirió 25 unidades, aunque no está claro cuántos siguen activos.
También dispone de misiles antiaéreos S-300VM, Buk-M2E y S-125 Pechora 2M, todos de origen ruso, diseñados para interceptar amenazas a distintas altitudes y distancias. A esto se suman 5.000 misiles portátiles Igla-S, operados por una sola persona, eficaces contra blancos de baja altitud.
¿Qué pasaría en caso de ataque?
Según el analista Andrei Serbin Pont, los sistemas antiaéreos móviles de Venezuela serían los primeros blancos en un eventual conflicto, ya que el control del espacio aéreo es prioritario en la doctrina militar estadounidense. Las misiones SEAD (Supresión de Defensas Aéreas Enemigas) apuntan a neutralizar bases de misiles, centros de comando y radares.
Los F-35 y F/A-18 están diseñados para este tipo de operaciones, y EE. UU. tiene décadas de experiencia en tácticas de supresión, desde la guerra de Vietnam hasta conflictos más recientes.