El diplomático español Jesús Silva Fernández falleció este miércoles a los 63 años en Guadalajara, México, donde ejercía como cónsul general desde hace poco más de dos meses. La noticia fue confirmada por la Embajada de España en el país. Silva deja una trayectoria de más de tres décadas en el servicio exterior, marcada por su papel clave como embajador en Venezuela entre 2017 y 2020, en medio de uno de los periodos más convulsos de la política latinoamericana reciente.
Durante su misión en Caracas, Silva fue testigo directo de la confrontación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. En ese contexto, ofreció refugio en su residencia diplomática al líder opositor Leopoldo López, quien permaneció allí cerca de un año y medio tras ser liberado por militares afines a Juan Guaidó en abril de 2019. La residencia del embajador, como espacio inviolable bajo el derecho internacional, se convirtió en un símbolo de protección diplomática frente a la persecución política.
Silva enfrentó presiones desde el inicio de su gestión en Venezuela. En 2018 fue expulsado temporalmente por el gobierno de Maduro, que acusó a España de interferencia política. No obstante, logró regresar poco antes de las elecciones presidenciales de mayo de ese año. A pesar del clima hostil, mantuvo canales de diálogo con las autoridades chavistas y con representantes de la sociedad civil, sin renunciar a sus principios democráticos.
Tras su paso por Venezuela, fue destinado como cónsul general en Ciudad del Cabo (2021–2025), y posteriormente en Guadalajara. Su carrera diplomática incluyó también funciones en Panamá, Jamaica, Rosario (Argentina) y Alemania, además de cargos relevantes en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en la empresa pública INECO.
Leopoldo López, hoy exiliado en Madrid, expresó su reconocimiento a Silva a través de redes sociales: “Fue un gran diplomático, amante de su país, de su oficio y de la democracia. Supo manejar las presiones sin ceder un milímetro en principios”.
Nacido en Sevilla y formado en Derecho, Jesús Silva ingresó a la carrera diplomática en 1990. Su legado queda marcado por el compromiso con la defensa de los valores democráticos y por su papel en momentos decisivos de la política internacional.