Este fin año escolar dejó un mal reporte en su boleta de calificaciones. La profunda crisis del país se ha visto reflejada en las aulas semi vacías de muchos centros educativos del país.
La ley venezolana impone 200 días de clases, los que difícilmente han sido alcanzados, sobre todo en la educación pública, pero no exceptuando del todo a la privada.
El diario El Nacional ha venido advirtiendo de esta situación en una serie de reportajes a través de los cuales ha mostrado la decadencia del sector educativo.
Ha indicado sobre las ausencias de estudiantes y docentes, debido a condiciones como la falta de transporte, electricidad, agua, alimentos y seguridad, entre otros.
Indica el periódico en su portal web que: «las cifras más optimistas indican que solo se podrán completar 144 días de actividades escolares, pero eso variará en cada uno de los planteles afectados, según se hayan visto afectados por la crisis. Las renuncias de profesores, la diáspora y la deserción escolar, problemas no reconocidos oficialmente, también se confabulan contra el aprendizaje».
Mientras el ministro de educación Elias Jagua, manifiesta que no hay registro de la renuncia masiva de educadores, tal como lo manifestó en la entrevista concedida a Globovisión, este portal web nacional e internacionales como el The Washington Post han resemblado en sus publicaciones otra realidad.
El nacional cita a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, que dice «Las ausencias son de 46 de cada 100 estudiantes entre 3 y 17 años de edad de los estratos más pobres, y de 32 de cada 100 alumnos de las clases con mayores recursos».
Esta es una señal de alarma, cuyas consecuencias están por repercutir en el desarrollo de esta generación, minando su potencial y generando un espiral de deterioro en el país.