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Migrantes en Chile se enfrentan a una sociedad muy segregada

«En Chile no hay una cultura de integración porque somos una sociedad muy segregada», afirmó la directora social del Servicio Jesuita al Migrante (SJM), Andrea Espinoza, al evaluar la situación migratoria del país.

«Históricamente -ejemplificó- no hemos sabido integrar a los pueblos originarios por lo que nos es difícil integrar a la gente de otros países. No tenemos una cultura de convivencia del encuentro. Las personas tienden a juntarse con la gente de su mismo colegio, su mismo barrio».

Incluso, graficó, frente a los conflictos que se han desatado al interior de la sociedad chilena, "a las personas les molestan los migrantes pobres, más aún si tienen un color distinto de piel".
Incluso, graficó, frente a los conflictos que se han desatado al interior de la sociedad chilena, «a las personas les molestan los migrantes pobres, más aún si tienen un color distinto de piel».

La experta, en vísperas del Día internacional por los derechos de los inmigrantes, consideró mitos, las afirmaciones de que los migrantes le vienen a quitar el trabajo a los chilenos, los cupos en salud y educación, y acrecentar la crisis de vivienda».

El SJM tienen que cifras que muestran que los flujos migratorios hacia Chile han mostrado un continuo crecimiento.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Servicio Nacional de Migraciones, hay un total de 1.482.390 personas extranjeras viviendo en Chile. Entre 2020-2021, hubo un crecimiento relativo de 1,5%, con 22.343 personas que ingresaron por vías regulares (aeropuerto), predominando los colectivos provenientes de Venezuela (30%), Perú (16,6%) y Haití (12,6%) y con prevalencia de la población en edad económicamente activa.

Pero lo más importante, y con quienes trabaja el SJM, hay un continuo crecimiento de ingresos por pasos no habilitados, de 16.848 casos en 2020 a 56.586 el año 2021. Cuatro nacionalidades dominan los registros: Venezuela, Bolivia, Colombia y Haití, las cuales agrupan un 93% de los IPNH registrados entre 2019 y junio 2022.

Andrea Espinoza resaltó que los cuatro países mencionados están marcados por complejas fracturas sociopolíticas, «por lo que hablamos que más de crisis migratoria se trata de una crisis humanitaria».
En cuanto a la vivienda, la directora social del SJM señaló que Chile tiene un problema también histórico.

«Los campamentos (villas miserias) existían antes de esta ola migratoria sur-sur. Sólo se ha evidenciado más».

En 2019, de las 47.050 familias que vivían en campamentos, el 30,3% pertenecían a migrantes. Lo mismo ocurre en el campo laboral, «la economía chilena como ha sido estable hay labores que ya no realizan los chilenos y si miras el sector agrícola, siempre necesitan mano de obra y emplean a migrantes».

En la educación, los niños migrantes han dinamizado las escuelas municipales, «porque los hijos de chilenos migraron a los colegios subvencionados. Es fácil olvidarse de la historia, la escuela pública ha estado en crisis y los padres prefieren pagar porque ser consumidor es muy potente en la sociedad chilena», anotó Andrea Espinoza.

Aun así, sólo el 4% de las escuelas tiene más del 30% de migrantes. El 37% tiene menos de 3% y el 21% ni un estudiante migrante.

Para la directora social del SJM «se debe tener una política robusta de migración, evitar los asentamientos callejeros porque eso molesta a la sociedad que recibe, asegurar instituciones que acojan y que den servicios públicos junto con garantizar la seguridad».

Mencionó también que no ha habido un proceso de regularización y los migrantes «van a seguir trabajando en forma ilegal y viviendo en asentamientos que no tienen las condiciones mínimas». Apuntó que «hay concentraciones poblacionales de migrantes en zonas que no pueden responder a la demanda, en circunstancias que hay otras regiones que necesitan habitantes».

Hizo hincapié en la labor del Estado de informar que «Chile es un país costoso para vivir y las personas cuando llegan no lo saben». Criticó a los medios de comunicación por su falta de responsabilidad en la cohesión social al mostrar sólo la parte negativa o los problemas de la migración provocando que la ciudadanía vea sólo eso.

Consultada por el aporte de los migrantes, «todas las familias con las cuales trabajamos (24.000 al año), su característica es la esperanza a pesar de sus historias atravesadas por grandes complejidades. Han recorrido países en buses, largos trayectos caminando, pero lo hacen porque piensan que pueden reconstruir sus vidas».

Frente a los delitos asociados a población migrante, dijo que la gran mayoría corresponden a «comercio ambulante e infracción a las normas sanitarias».

En viseras del Día Internacional del Migrante, Andrea Espinoza manifestó su deseo de que el himno patrio que habla de ‘asilo contra la opresión’ se convierta en realidad, sobre todo «cuando nuestra América vive condiciones de violencia; hay que visibilizar los rostros que hay detrás de los prejuicios.

Preguntar por qué migró, si no hablamos con nuestros vecinos va a ser muy difícil cambiar nuestra percepción».

A través de
bloomberglinea.com
Fuente
resumenlatinoamericano.org

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