Las redes sociales están llenas de mensajes sobre una ola de secuestros infantiles, estos rumores han creado preocupación y estrés en las familias venezolanas.
Las autoridades han desmentido que sea cierta esta ola de secuestro infantil, sin embargo sus afirmaciones no han calmado los ánimos.
Según Tal Cual Digital, «las autoridades policiales admiten el rapto de un infante en lo que va de 2020, en el centro de Caracas», informan que el evento terminó con el rescate. Actualmente trabajan en la resolución del secuestro de un niño de tres años ocurrido en la parroquia Antímano, explica el medio.
Douglas Rico, director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas recomendó no generar alarma en la población a este respecto.
Sin embargo, la desconfianza en las autoridades es generalizada, por lo que no está demás establecer mecanismos de seguridad en el entorno de la familia y las escuelas.
La educación es fundamental
En primer lugar, es responsabilidad de los padres, representantes o tutores legales de los niños el asegurarse de que la entrega y retiro de los menores en las entidades educativas sea seguro y oportuno.
Por ello, es necesario en primer lugar actualizar la data de las personas autorizadas para el retiro de los menores en la institución.
Es importante que los niños sepan lo vital de seguir las normas de seguridad acordadas, deben tener a la mano los números de teléfonos a los que acudir en caso de una emergencia y que hacer en casos específicos.
También es necesario explicar a los niños sobre el peligro de confiar en personas extrañas y de las posibles consecuencias negativas de hacerlo.
Una idea inteligente, esta siendo difundida mediante las redes sociales, que es la de establecer una contraseña para que sepan en que persona confiar, en un caso de emergencia.
También han circulado imágenes que explican situaciones en las que pueden darse casos de peligro para los niños.
La importancia de la comunicación, la prevención y la educación es fundamental para la protección de los niños. Es por ello que hay que destacar la inclusión de familia, amigos, educadores y el entorno social en la protección de los niños ante cualquier depredador que podría hacerles daño.