Cadivi demostró ser un nido de corrupción de dimensiones inmensurables, sobre el cual no hay acciones de la justicia bolivariana.
¿Alguien recuerda a Cadivi?, de esta chistera siguen saltando conejos. En esta ocasión se trata del agregado militar de Venezuela en Brasil Manuel Antonio Barroso.
Barroso, de 51 años, señala O Globo es «agregado militar en Brasil de la cleptocracia dirigida por Nicolás Maduro» y es «el protagonista de uno de los mayores escándalos financieros de la década: la desaparición de US $ 20 mil millones en Reservas de divisas de Venezuela».
Según la publicación Carioca, «El fraude ocurrió en la administración de Hugo Chávez entre 2006 y 2013, durante la euforia de las exportaciones récord de petróleo cuando barril alcanzó los $ 120. Barroso era coronel y presidía la Comisión Nacional de Administración de Divisas , Cadivi».
Con respecto a este funcionario, O Globo explica que durante 2012, el Banco Central de Venezuela estimó en US $ 20 mil millones el valor de las licencias de cambio «injustificadas» otorgadas por Barroso. Las «importaciones ficticias» a través de empresas fantasmas fueron confirmadas por los ministros Jorge Giordani (Planificación) y Edmée Betancourt (Industria y Comercio). Se anunció una «investigación rigurosa», que dio pie al cierre de Cadivi, el despido de Barroso, para luego ascenderle a general y lo asignarlo en Brasilia como agregado militar.
Igualmente explica el medio de comunicación que Barroso cuenta con la protección de personalidades como Diosdado Cabello, Presidente de la ANC; Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa; y Jesús Suárez Chourio, comandante del ejército.
La protección de los entramados de corrupción.
Casos como este traen a colación nombres como Rafael Ramírez, expresidente de PDVSA; Luis Carlos León Pérez, exdirector de Finanzas de Electricidad de Caracas; Francisco Antonio Jiménez expresidente de Bariven; Nervis Villalobos, exministro de Energía y Petróleo de Chávez; Luis Parada, exgerente de PDVSA, Eudomario Carruyo, Diego Salazar, Javier Alvarado Ochoa y algunos otros ex gerentes que fueron investigados y algunos otros que aún siguen bajo la lupa de la ley y hasta Julia Van Den Brule, jefa de la filial ibérica de PDVSA.
Entre esos casos el de Eudomario Carruyo, cuyo nombre han forzado en medio de diversas corruptelas en PDVSA y que surge durante el periodo de Ramírez al frente de la estatal petrolera, cuando el empresario zuliano fue vicepresidente de finanzas, le puso en el radar y lo costó caer en el lodo de la difamación.
A Carruyo le han tratado de vincular numerosas veces en el escándalo de la corrupción de PDVSA. Este tipo de acciones son tácticas realizadas para desviar la mirada de los verdaderos culpables, que actualmente se encuentran bajo protección estadounidense o escondidos en paraísos fiscales.
Cuando ocurren estos señalamientos, como en este caso en el que toca el turno a Barroso, cabe la pregunta ¿está cayendo la cleptocracia o nos están dirigiendo la atención a otro foco?.
La justicia bolivariana sigue adormecida, mientras cantidades astronómicas del dinero del Estado venezolano siguen en manos de pocos, luego de propiciar el desmoronamiento de las instituciones y empresas vitales del país, propiciando una debacle jamás vista en la historia nacional.