El duelo por los saqueos

Los vecinos y dueños de pequeños negocios ven con dolor los destrozos ocurridos por los saqueos.

Durante los últimos días se vieron saqueos por diferentes ciudades de Venezuela.

Esta situación se resume en una palabra: Tragedia. El chino del abasto, el árabe de la panadería, el venezolano de la ferretería, es decir los vecinos han visto como el esfuerzo de sus vidas se redujo a escombros.

Los destrozos no han sido cuantificados
Los destrozos no han sido cuantificados

En la ciudad de Cabimas, ubicada en la costa oriental del lago de Maracaibo, se vieron saqueos en diversos lugares.

En lugares del centro de la ciudad, donde está el mercado fueron arrasados locales, también se vieron atacadas farmacias, como Locatel y otras de conocidas cadenas como SAAS, Farmaconcordia, entre otras, que son de propietarios particulares.

Otros locales de panaderías, licorerías, tiendas de abarrotes y mercaderías secas fueron también saqueadas.

La farmacia SAAS fue atacada
La farmacia SAAS fue atacada

Los vecinos de las localidades expresaban su repulsión por estos hechos, dicen que vieron con dolor como los medicamentos estaban desperdigados por el suelo, «eso podría salvar o sanar a alguien», dicen.

Una pequeña empresaria compartió en sus redes sociales, lo que fue su impresión sobre estos eventos.

«Dios, te pedimos fuerzas para todos los afectados, los malandros creen que con eso ya tienen comida en sus casas… pobrecitos ese es su nivel de pensamiento y pobreza mental… no saben que el árabe, el chino, italiano, venezolano, que le hicieron eso puede en corto tiempo levantarse y seguir, pero ellos ¿qué más harán con su hambre de por vida?… hambre mental, moral, reflejada en su conducta», escribió la dueña de una pizzería que pese a la interrupción del servicio, siguió ofreciendo comida a sus clientes.

Una panadería destrozada
Una panadería destrozada

El consenso parece ser de conmiseración con aquellos que con su trabajo, permiten a la gente de su entorno acceder a la comida, bienes y servicios de manera cotidiana.

Si quiebran esas pequeñas empresas, quien te va a «resolver», pregunta una vecina de la pizzería,

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