Desde el día primero de este mes, se están dotando las estaciones de servicio venezolanas, sin embargo la gasolina no está al alcance de todos, lo que ya es costumbre en el país.
Una vez más los venezolanos se ven atrapados en la promesa de la cenicienta: «si te portas bien, limpias el castillo y haces tu vestido, puedes ir a la fiesta», en el caso de la gasolina, si haces la cola, esperas que te toque el día asignado, resistes las condiciones climáticas y estás dispuesto a estar cerca de 12 horas como mínimo, entonces te damos 30 litros.
Como e todo cuento de hadas, el personaje protagónico es crédulo y obediente, así los ciudadanos se ven en el penoso proceso de hacer lo que se le dice para poder obtener una recompensa.
Claro, a estas alturas de la historia, los derechos se tornaron recompensas y las hadas madrinas cobran en dólares.
La triste realidad es que las nuevas disposiciones del gobierno en lugar de erradicar el bachaqueo y el mercado negro, lo que hace es incrementarlo. Entonces la tan cacareada dignidad que defiende el gobierno bolivariano se vuelve humillación y rabia.
La verdad es que para los venezolanos acceder de manera libre al combustible es inalcanzable. A lo que si tienen acceso es a la frustración y la humillación, ante la frialdad y la desidia de los funcionarios que deberían servirles.
No hay descanso del guerrero ni calidad de vida, para las personas que cada día deben enfrentar dificultades para llevar a cabo las más simples tareas de supervivencia. Así las cosas, venezuela sigue demostrando resiliencia, aún cuando la moral falla.
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