Politiquerías y sentido común: ¿La corrupción impune?

Cuando pensábamos que nada podría ser peor, los venezolanos recibimos un nuevo golpe con la pandemia del coronavirus. Ya cansados de politiquerías y engaños, vemos como no sólo aquí se manipula la opinión publica.

Recientemente los ojos de los asustados ciudadanos venezolanos se han desviado de las noticias sobre el coronavirus y el caos que impera en estos momentos en los que no sabemos a ciencia cierta lo que pasa.

En esta circunstancias, sólo lo que los medios de comunicación y las redes sociales nos ofrecen, sin embargo ya sabemos que tanto acceso también ofrece desinformación.

Con la cantidad desbordada de contagios y muertes en Estados Unidos, lo lógico sería pensar que Donald Trump debería enfocarse en reunir los recursos para atender la emergencia sanitaria que se les cierne encima.

Sin embargo, ante las crecientes críticas dentro de su propio país, el mandatario norteamericano opta por la opción de siempre: generar nuevas matrices de opinión en base a alarmas con las cuales distraer la atención del público.

¿Con que tema ha escogido escudarse?, risiblemente lo que ha hecho es atacar al gobierno bolivariano y a Nicolás Maduro.

Con la bandera de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, Trump enfila amenazas contra Maduro, lo cual ha generado numerosas reacciones tanto entre los detractores del régimen como en sus adeptos.

Viejos métodos nuevos escenarios: Politiquerías de siempre

Una vez más sale la vieja arma de la distracción surge, para así calmar quejas y opiniones que reflejen descontentos. Para Trump, cuyo país pasó a ser el epicentro de la pandemia, lo mejor es tener un grito de guerra y una antorcha encendida, cuya luz le haga ver heroico ante sus ciudadanos.

Por otra parte, Maduro ha jugado sus cartas a nivel de política internacional muy bien jugadas, mostrando preocupación por el bienestar de sus enemigos políticos. Tal es el caso del ofrecimiento de apoyo a Colombia de las máquinas de diagnósticos para el coronavirus.

Toda esta diatriba entre ambos mandatarios, es la tormenta perfecta para el desvío de las realidades comunes de ambos países en los que las respuestas del sistema sanitario no están a la altura del reto presentado por la pandemia.

En Venezuela, los escándalos por corrupción, surgen de vez en cuando, especialmente si la presión política está en apogeo. Cada vez que surge un nuevo caso a la luz de la opinión pública, hay que abrir los ojos y ver el panorama completo.

La debacle de PDVSA, producto de más 20 años de manejos irresponsables y poco profesionales, siempre trae a colación a los mismos protagonistas, como el caso de Rafael Ramírez, Nervis Villalobos y Eudomario Carruyo.

Nunca es el caso, el establecer responsabilidades reales, sólo se rellenan titulares de prensa que esconden una guerra de poder y la necesidad de esconder verdades tras cortinas de humo.

A Eudomario Carruyo, exvicepresidente de Finanzas de Pdvsa y exdirector de Palmaven, Deltaven, Pdvsa Marina y Citgo, hasta ahora no se le ha podido demostrar ningún cargo, no obstante es siempre traído a colación en relación con las altas esferas de relacionados con el gobierno bolivariano.

Carruyo, es una de las muchas víctimas de la purga de PDVSA, sobre quien pesa el estigma con el que han marcado a los boliburgueses, sin establecer su participación en las conspiraciones y fechorías que le imputan.

A este empresario venezolano, retirado del servicio a la nación tras más de 40 años de trabajo, le han convertido en un chivo expiatorio, para que otros casos y personalidades nombres queden ocultos ante la opinión pública.

Sigue siendo la estrategia más antigua y más frecuentemente utilizada, que ya vemos, no es de marca venezolana, sino de las politiquerías internacionales.

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