La crisis venezolana, incrementada por la pandemia del covid-19, está marcada por largas colas en las estaciones de servicio sin gasolina, que no pueden ofrecer el preciado combustible.
A lo largo y ancho del país el panorama es el mismo, kilómetros de colas de vehículos y sus conductores, a la espera de obtener algunos litros de combustible para poder movilizarse.
Esta situación ha colaborado con la parálisis de Venezuela, impidiendo el transporte de personas y bienes, afectando completamente el acceso a alimentos, medicamentos y asistencia médica y social.
Recientemente en la ciudad de Maracaibo, una mujer dio a luz en plena calle, por no tener como transportarse a un centro de asistencia médica.
La gasolina en Venezuela, se ha convertido en la más cara del mundo ya que gracias al mercado negro un lito puede costar hasta 4 dólares. Este mercado negro está totalmente controlado por la guardia nacional a plena vista de los venezolanos y sin ninguna reserva o modestia por parte de los perpetradores.
El aumento de los precios de la gasolina se debe al colapso de los futuros del petróleo a nivel mundial por las cuarentenas que han socavado toda la demanda, dejando a países desde Estados Unidos hasta Rusia llenos de petróleo no deseado. Los futuros del crudo en Nueva York para entrega en mayo cayeron por debajo de cero por primera vez el 20 de abril.
Venezuela no escapa al efecto del descenso del precio de la gasolina, en medio de una feroz guerra de poder que afecta la vida de millones de venezolanos que se ven enfrentados a carencias a las que antes jamás se habían enfrentado.
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