El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que no aceptará la imposición de controles migratorios por parte de Estados Unidos, en el marco de una reunión con altos funcionarios de ese país que buscan contener el flujo de migrantes hacia la frontera norte.
López Obrador dijo que el gobierno estadounidense conoce su postura sobre este tema y que su propuesta es atender las causas que originan la migración, mediante la cooperación y el apoyo a los países pobres de América Latina y el Caribe.
“Ellos saben muy bien cuáles son nuestras propuestas, que hay que atender las causas. Lo ideal es que se ayude a posibles pobres. Nosotros lo estamos haciendo”, expresó el mandatario mexicano en su conferencia de prensa matutina de este miércoles.
Asimismo, señaló que la caravana de más de 6 mil migrantes que partió el 25 de diciembre hacia Estados Unidos, está relacionada con las elecciones del próximo año en ese país y que hay grupos que se dedican a promoverla con falsas promesas de acceso a visas de trabajo.
“Si, siempre se promueven. Hay quienes se dedican a eso, y también tienen vínculos con los grupos, desde luego existe el problema, hay la necesidad, pero se da la información que ellos pueden facilitarles el acceso a Estados Unidos; tiene una política migratoria que le da posibilidad a muchos de lograr una visa de trabajo, pero también hay límites”, indicó.
López Obrador no descartó que el tema migratorio sea la bandera electoral de Estados Unidos en las elecciones del año 2024 y dijo que espera ver progreso en las relaciones de ese país con Cuba y Venezuela, así como más ayuda para el desarrollo de la región.
Por su parte, el secretario de Relaciones Exteriores de México, que la política migratoria de México es soberana y busca preservar los derechos de los migrantes.
“México respeta el derecho soberano de Estados Unidos para ejecutar sus proyectos migratorios, pero actúa y actuará de forma soberana e independiente al fijar nuestra propia política de migración”, dijo la cancilleria en un comunicado.
La reunión se produjo en medio de un repunte de la migración hacia Estados Unidos, que ha llegado a detener hasta 10 mil migrantes al día en su frontera sur. Entre los migrantes hay ciudadanos de Cuba, México, Venezuela, Haití y otros países de la región, que huyen de la pobreza, la violencia y la crisis política.
Los acuerdos previos entre ambos gobiernos para establecer controles migratorios frenar el ingreso ilegal de personas no han tenido los resultados esperados y han sido criticados por organizaciones de derechos humanos, que denuncian las condiciones inhumanas en las que se encuentran los migrantes en los centros de detención y deportación.